miércoles, 24 de octubre de 2007

MARINA...

Hoy envuelto en el triste desengaño
que me muestra la calma de la vida,
siento tu amor que fué por el peldaño
como el dolor ingrato del suicida.

Desamparado si, de tus amores
acaecido de dolor te imploro...
veo en tu tumba pensamientos, flores
y junto a la fría soledad te lloro.

¡Oh! las infelices horas de la vida
vienen tan solo a perturbar mi sién;
es el vago rumor que me suspira
todo el deliquio que explicar no sé.

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Creí que con tu amor saldría acaso
de mi callada soledad querida,
pero es vano el amor al ver el trazo
que me enseña la calma de la vida.

Convencido de tétricos destinos
busco el frío reposo en la maraña,
como busca el ganado a los caminos
que los conduce a la feliz montaña.

Y en el agreste corazón nativo
donde nace el coloquio bienamado,
como ejemplo de todo lo que escribo
bajo el cielo de Dios aventurado,
seguiré, seguiré cargando toda
la carga del dolor intransigente,
porque quiero que sepa hasta la flora
lo mucho que he sentido por tu muerte.-

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