Orlada de un crepúsculo sedante
vése a la tarde de apacibles brisas,
sin más canción que la canción silente
del pájaro que duerme sus sonrisas.
Creada como efigie en las montañas
cuando torna un deliquio de placer,
que se llega hasta el alma en las cabañas
como trino en el callado amanecer.
¡ Tarde…!
Cuando marchas tranquila por la senda
que te conduce a un límite sin fin,
se siente que te cantan en la selva
las aves que describen un jazmín.
Cuando tu sueño de desvelo duermes,
la glacial soledad pasea tranquila…
y todo el ritmo de tu amor se expande
como un largo mirar del que suspira.-
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