Las horas que no vuelven,
las horas que se van...
me dejan en las sienes
un rústico dolor;
de mí solo se apiada
la grata soledad
que sabe lo que siento
por todo vuestro amor.
Las horas solo a penas
y a lágrimas me tienen
porque es sufrida y dura
la vida que me doy,
por eso cuando llegan
se van y nunca vuelven
porque no quieren verme
como viviendo estoy.
Mis horas son espinas
de lúgubre tormento
que van dejando seña
de desesperación,
y a veces mi alma pobre
se eleva el firmamento
con invisibles alas
que oculta mi canción.-
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