Igual al ave que enjaulada añora
su libertad que un día la perdiera
y tras los hierros de su celda espera
a su rama tornar alguna vez;
¡Ay! Así un día al contemplarte lejos
cielo de mi terruño bienamado,
herido de dolor y acongojado
me entrego a meditar yo no se qué…
Quiero volver a ti suelo querido
rincón de prematura primavera
a buscar en tu senda placentera
el agreste paisaje que dejé:
La selva, los peñascos, la maraña
el monte, la planicie, la ladera,
la florida enramada, la tapera
y el patio perfumado de clavel.
¡Oh! Tierra del terruño suelo amado
donde del día vi la luz primera,
donde mi madre dulcemente buena
me enseñó de Dios a tener fé.
Yo quisiera de hinojo prosternado
pedir una primicia, una siquiera,
para que ese rincón por siempre fuera
de mi Patria querida su joyel.
¡Vaya a ti!, ¡vaya a ti bosque adorado!
mi humilde candorosa poesía,
a mezclarse a la mística alegría
del ave en el callado amanecer;
cuando el zorzal eterno enamorado
sobre el ramaje vuelque su armonía,
y de notas la quieta lejanía
se abrace en sus deliquios de placer.-
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