Cuando en la noche tempestuosa brame
el trueno pavoroso en la montaña,
y ante de su eco iridiscente lumbre
la tenebrosa soledad irradie;
cuando no veas más bajo esas nubes,
que tinieblas, horror, rayos que arden,
no temas no, si todavía se abren
tus ojos para mirar la altura
porque arriba está Dios y aquí tu madre.
Ella… si muerta es, su rostro cubre,
para implorar por tu perdón al Padre…
y si de la tierra hasta los cielos sube
tu mística oración cándida y suave;
nadie sino ella sabe de ternuras,
nada a su amor habrá que se compare,
ella dará su vida por la tuya
cuando el dolor tu corazón taladre.-
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